Alaya

¿DE DÓNDE sale esta mujer? ¿Cómo es posible que exista una persona así en un país tan abyecto, cobarde y zafio como éste? ¿Deberíamos aferrarnos a esa excepción para dar rienda suelta al optimismo? ¿Cundirá su ejemplo? ¿Andan por ahí, escondidos y a la espera de que las circunstancias propicien su aparición, otros especímenes humanos tan provistos de dignidad, firmeza, coherencia, valores (y valor), elegancia ética y estética, energía y sentido común como esta heroína que tiene algo de Hipatia, algo de Teresa, algo de Isabel, algo de la ‘Leona de Castilla’, algo de Manuela Malasaña, algo de Agustina de Aragón, algo de la Zambrano, algo del Zola del affaireDreyfus, algo del hombre que no mató a Liberty Valance y nada de Baltasar Garzón? ¡Pues que salgan de sus escondrijos cuanto antes, porque los necesitamos para que Caconia vuelva a ser España!

Una autora de mamotretos muy celebrados por las marujonas, que se cree Benita Pérez Galdós, aunque por su trapío recuerde más a la Pardo Bazán, y tiene columna fija en lo que fuese –ya ni eso– Boletín Oficial del PSOE (lean Memorias líquidas, de Enric González), ha escrito que una mujer como Alaya, que sale prontito de casa con andares de princesa, cuerpo de emperatriz, cintura de brisa, ropa de infarto, tacones de alfombra roja, cutis sin arrugas, maletita chic y el alma tan bien planchada como los trajes de boda, no es de fiar.

¿A tan rastrera conclusión pueden llevar el sectarismo político y la envidia anatómica? ¿Sería mejor que la juez acudiera a dictar justicia con ojeras, espinillas, patas de gallo, atuendo de Belén Esteban, bragas de monja, zapatillas deportivas, rulos, cartucheras, celulitis, michelines, piel de naranja, abalorios de todo a cien, vedijas en el sobaco, papada a lo Rafael Alberti, carreras en las medias, bozo, greñas, halitosis y look de rabanera progre a punto de participar en un escrache?

Cree el ladrón... La ladrona, en este caso.

Y no es la única, porque el otro día, en la puerta del juzgado, los gorrones de los sindicatos y los descuideros del ERE llamaron fea a la mujer más sexy de España horas antes de que otro mal nacido dijese que con Alaya volvía por sus fueros la Justicia franquista. Eso, viniendo de quien viene y a la luz de lo que se va sabiendo, puede ser hasta un piropo. Mal andamos para que una juez tenga que ir a su lugar de trabajo protegida por la fuerza pública. Mis respetos, señora. No se arredre.